Llena de agradecimiento. Los amigos, las amigas, han estado muy cerca. Me he sentido muy querida. Quiero aprender de lo que han hecho para cuando haga falta responder (las palabras consoladoras, sello de cada uno; los gestos excesivos: por ejemplo, el viaje desde lejos para estar conmigo...)
La enfermedad ha servido para establecer un diálogo más profundo: al exponer la propia debilidad, creo que el otro se ha sentido libre para hablar de lo que le duele. Me alegro de haber dejado espacio para ello.
Pienso en cómo responder a tantos regalos... Después de darle algunas vueltas a la cabeza, se me ocurre escribir un libro, una historia, ilustrarlo y mandarlo encuadernar. Me parece que, entre todos los géneros, voy a elegir la novela del Oeste. Hoy empiezo... Ya os contaré si me sale.
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